«EL FIN DE LOS DINOSAURIOS».  

Javier Tomeo. 

En uno de los autores más auténticos que ha dado la literatura española de las últimas décadas. Ahí está la clave de hoy. Javier Tomeo (Quicena, Huesca, 1935) nos dejó hace unos años, pero su herencia en librerías ofrece hoy a los lectores atrevidos una obra completa tan personal como adictiva.

«Soy un cocodrilo y no puedo sacar la lengua. A lo mejor ésa es la razón por la que no puedo deciros adiós». Así, con la última duda del cocodrilo, culmina Javier Tomeo este libro póstumo (el otro es El hombre bicolor) que publicaba Páginas de Espuma en 2014.

Se trata de una gran bacanal de microrrelatos póstumos y tiene tanto de despedida como de inédita apertura a un mundo particular, un eterno y persistente universo-monstruo que todos hemos habitado o habitaremos. Y allí nos esperará Tomeo y nos señalará la pechera con un dedo y entonces nos sentaremos a la mesa, la servilleta bajo el mentón, y hablaremos de extrañas mariposas y cazadores furtivos, de fábulas y policromías, de patíbulos y relojes parlantes o de estrellas que vigilan los cielos. Hablaremos del niño jirafa y del hombre chinche. Y nos reiremos, siempre desde el respeto, de aquel cerdito de ojos azules. Hablaremos con Tomeo, en definitiva, de volar en sueños. Y sin prisas leeremos todo aquello que nos dejó, desde El cazador (1967) y hasta donde nos alcance la alegría.

Comprenderemos, pues, aquello que suscribía Nora Catelli en su ponencia-homenaje: «Tomeo es feroz al microscopio». Y nos haremos fuertes de nuevo en la mesa para olvidar las últimas noticias y renacer sobre las inmortales sombras del autor. La velocidad en los pies y la sorpresa en los ojos, una pera en la mano como la calavera de Hamlet y la sonrisa perenne del que ha sabido disfrutar del sueño cuando todavía era posible vivir sin cabeza. Cuando eran tiempos de fábula. Cuando la imaginación nos dictaba las pequeñas historias, algo sólo posible cuando el dinosaurio todavía nos habitaba.

+info: El fin de los dinosaurios