Por  JULIA MESONERO.

Sigo pensando que, después de Tejero, con la mayoría astronómica de que disfrutaba, González y los suyos deberían de haber puesto  en marcha el proceso de lo que hoy llamamos Ley de la Memoria Histórica.  ¿Hubo algo de cobardía al no hacerlo?  No lo descarto.

– Por fín se ha sacado a Franco del Valle de los Caídos tal como prometió Pedro Sánchez cuando llegó al Poder. Sin embargo, la puesta en escena de la exhumación parece que no ha contentado a ninguna de las partes. ¿Con el traslado de sus restos se da por cerrado este episodio, o nos esperan nuevos capítulos?

En primer lugar quiero decir que celebro con todo mi corazón el que este Gobierno haya logrado por fin, y pese a todas las dificultades y trabas puestas por la familia,  sacar al genocida del Valle de los Caídos.  Creo que la exhumación se llevó a cabo con encomiable precisión, mesura y dignidad.  Claro que muchos no lo ven así, ¡qué le vamos a hacer!  A mí, como a millones de españoles, me ha quitado de por encima una pesadumbre de décadas.   Tener allí a aquel criminal debajo de una inmensa cruz cristiana,  rodeado de miles de sus víctimas,  era una vergüenza y una obscenidad. Se debió de haber procedido a su exhumación mucho antes.   Ahora que está fuera podemos respirar más libremente, la derecha moderada incluida.  Es más, esta derecha moderada, aunque no lo vaya a decir, también dormirá ahora más tranquila.

– Existen dos versiones contradictorias entre sí de porqué se enterró al Franco en el Valle. La de la familia que dice que Franco nunca se manifestó al respecto y la del arquitecto Diego Méndez al que según él, le reveló su deseo de, llegado el momento, ser enterrado allí. ¿Cuál es la versión verdadera?  Parece inexplicable que alguien a quien le gustaba tener todo bajo control, no dejara por escrito su voluntad en un hecho de tanta trascendencia.

Supongo que es posible que, viendo la marcha de las obras en Cuelgamuros y la grandiosidad que iba adquiriendo el mausoleo,  a Franco se le ocurriera en algún momento la posibilidad de acabar enterrado allí él mismo, a modo de protagonista.   Pero al principio nunca fue su idea pues él no era un caído por Dios y por la Patria.  No soy experto en la materia pero tiendo a pensar que nunca tomó una decisión en este sentido.  Fue el príncipe Juan Carlos de Borbón y su camarilla quienes optaron por meterlo allí.  Error,  como se vería, gravísimo.

– Desde su punto de vista, ¿qué se debería hacer con José Antonio?

Primero no seguir llamándolo “José Antonio”,  ¡a no ser que uno sea uno de sus partidarios!  Me criticó una vez,  por haberlo hecho,  el gran Herbert Southworth, autor de El mito de la cruzada de Franco y  persona con quien estoy profundamente en deuda, entre otras razones porque recomendó a Ruedo Ibérico que publicasen, en 1971,  mi libro sobre el asesinato de Lorca.  “No, no”, me decía, “hay que llamarlo José Antonio Primo de Rivera y, cuando no hay peligro de confusión con su padre, sencillamente Primo de Rivera”.  A mi modo de ver el fundador de Falange Española (llamada en primera instancia Fascismo Español) no debe de seguir en el mausoleo sino ser devuelto a sus familiares.  Fue uno de los responsables de la Guerra Civil, fusilado legalmente después de defenderse personalmente, y con denuedo,  durante su juicio en Alicante.

– He leído unas declaraciones suyas en las que reprocha al PP que no exhumara a Franco cuando estuvo en el Gobierno. Anteriormente había gobernado el PSOE durante más de trece años y dos legislaturas con mayoría absoluta y tampoco lo hizo. ¿Tiene algo que reprochar a Felipe González en éste sentido?

¡El mismo Felipe González tenía, y quizás siga teniendo, algo que reprocharse en tal sentido!  Lo sabemos por su conversación con Juan Luis Cebrián publicada bajo el título de El futuro no es lo que era (Aguilar, 2001).  Allí dice:  “Me siento… responsable de no haber suscitado un debate sobre nuestro pasado histórico, el franquismo y la guerra civil, en el momento en que era probablemente más oportuno”.  Achaca a Gutiérrez Mellado, algo injustamente a mi parecer,  la culpa:  éste le habría aconsejado que, una vez presidente, no abriera dicho debate hasta que no hubiesen muerto todos los de la generación suya, de Gutiérrez Mellado.  Por temor, claro, al ejército.  Sigo pensando que, después de Tejero, con la mayoría astronómica de que disfrutaba, González y los suyos deberían de haber puesto  en marcha el proceso de lo que hoy llamamos Ley de la Memoria Histórica.  ¿Hubo algo de cobardía al no hacerlo?  No lo descarto.

– La Ley de Memoria Histórica de Zapatero ha abierto la espita a una revisión histórica cuyas consecuencias aún están por ver. Quienes vivieron el horror de la Guerra Civil, en un acto de generosidad, por el bien de España y la convivencia de todos los españoles, decidieron pasar página. Casi todos han muerto ya. ¿Porqué los nietos de aquéllos, que afortunadamente no han vivido una guerra, quieren hacer lo contrario?

No estoy seguro de que decidieron “pasar página” en el sentido de olvidar el pasado o el asunto pendiente de la reparación.  Creo que más bien decidieron darle tiempo al tiempo y trabajar entretanto,  en términos generales,  por la convivencia.  Tampoco estoy de acuerdo en que los nietos de quienes hicieron la “Transición” están tratando de reabrir heridas.  Le dijo el papa Francisco a Jordi Evolé en Salvados, hace unos meses, que “una sociedad no puede sonreír al futuro con sus muertos escondidos”.  Esto apenas se comentó en la prensa pero yo lo tengo grabado.  Me pareció espléndido.  Si España quiere sonreír al futuro tiene que recuperar a los más de 100,000 víctimas del franquismos todavía enterrados en fosas comunes. A mí me parece obvio y creo que a cualquier católico sincero.  ¿No desenterró el franquismo a sus víctimas?  Claro que sí.

– Las guerras son el gran fracaso de la Humanidad. En el caso de una Guerra Civil el desgarro es mayor. Es como si dos hermanos de repente se vuelven locos y se matan entre sí. ¿No sería más edificante que las nuevas generaciones aprendieran de los errores de sus abuelos (de los de un lado y los del otro) y huyeran de cualquier conflicto ideológico que pueda derivar en un nuevo enfrentamiento?

Si, pero repito que buscar al abuelo no es reabrir heridas sino curarlas.  Estamos hablando de algo muy fundamental:  el derecho a poder enterrar dignamente a los seres queridos.  Nada más.  El problema se ha resuelto en Málaga, donde sin la oposición del PP, más bien con su apoyo, gracias al alcalde Francisco de la Torre, han exhumado a más de 2.500 “rojos” fusilados en el cementerio de San Rafael y levantado un monumento para honrarlos. Y ello sin el más mínimo problema.  Admirable.  Así se podría hacer en todo el país.

– ¿No cree que la Ley de Memoria Histórica ha venido a resucitar rencores, a revitalizar a residuos del franquismo que estaban aletargados. ¿A quién beneficia éste volver a la confrontación, a echarnos en cara los muertos de los unos y de los otros?

Creo haber contestado ya, casi, esta pregunta.  Si la Ley de la Memoria Histórica ha “resucitado rencores” son los de la ultraderecha, no de la derecha civilizada, que también hay.  Cuarenta años de dictadura implacable han hecho su trabajo, hay muchísimas personas en España incapaces de asumir la criminalidad del régimen franquista, vivido por no pocos con la “cierta placidez” mentada por un político de cuyo nombre apenas quiero acordarme.  Repito que el régimen de Franco desenterró a sus víctimas y les volvió a  inhumar con todos los honores.  ¿No vamos a permitir a estas alturas que los vencidos tengan el mismo derecho?

– Federico García Lorca, José Antonio Primo de Rivera, Pedro Muñoz Seca, tres fusilados al comienzo de la Guerra Civil cada uno por un bando diferente y con diferente tratamiento por parte de los Historiadores. ¿Cree que La Ley de Memoria Histórica trata a todas las víctimas de la Contienda por igual?

La Ley busca conceder a los víctimas del franquismo los mismos derechos que el franquismo otorgó a los suyos.  Es una cuestión de dignidad, de decencia humana.  Nadie está pidiendo venganza.  Se trata de reparación, de justicia, de dignidad.

– ¿Está España en situación de abordar el reto de exhumar e identificar a los enterrados en el Valle de los Caídos y en las fosas comunes? ¿Es lógico abordar semejante hazaña económica cuando parece que no hay dinero para atender dramas como el de las personas dependientes que se mueren sin haber recibido ni una mísera ayuda, pensionistas que viven su vejez con la angustia de no poder llegar a fín de mes ó familias con hijos pequeños desahuciados de sus casas?

Una cosa no está reñida con la otra.  Se puede hacer justicia a las víctimas del franquismo y al mismo tiempo resolver otros problemas de todo tipo.  Solo hace falta voluntad y magnanimidad.

– En las guerras, inevitablemente siempre hay un vencedor y un vencido eso es una tragedia humana que no se puede reescribir. ¿Cree que llegará un momento en que los herederos de los que perdieron la guerra se darán por resarcidos o es una utopía, una situación a la que no se llegará nunca?

Yo tengo que creer en la reconciliación de los españoles, claro que sí, aunque no va a haber utopía ni aquí ni en ningún sitio. En realidad solo creo en la cultura, en el diálogo, en el conocimiento, en la honradez personal, en pedir perdón cuando hace falta. La gran España reconciliada en la que yo creo está allí, esperando su momento.  España tiene mucho a su favor si solo la gente se pusiera de acuerdo en pactar, en ceder cuando es necesario, en buscar soluciones sensatas.

– Como historiador, e hispanista  ¿qué destino cree que debería dársele al Valle? ¿El de un Monumento a TODOS los Caídos en la Guerra Civil o habría que despojarlo de cualquier referencia bélica y dedicarlo a un lugar de culto religioso sin más?

No soy historiador profesional, jamás he presumido de serlo.  Investigador, biógrafo,  hispanista sí.  El Valle de los Caídos –de los Caídos por Dios y  la Patria- es el lugar más siniestro y  tétrico que conozco.  Como persona de formación cristiana, abogaría por el desmantelamiento de la cruz, que me parece una ofensa al Cristo amigo de los pobres y de los que sufren.  Luego habría que devolver a sus pueblos, de donde fueron arrancados por el régimen sin el permiso de sus familiares, los despojos de los 12.000 “rojos” reinhumados en Cuelgamuros cerca de su verdugo.  ¡Es casi inimaginable!  ¿Qué hacer con los muertos “nacionales”?  ¿Crear para ellos un nuevo cementerio católico?  ¿Dejarlos donde están?  No sé la respuesta.  Tal vez habría que consultar a sus familias.  Yo abogaría porque el Valle de los Caídos no siguiera siendo lugar de culto, con su tufo fascista,  y  que se encontrara otro sitio, otro quehacer, para los benedictinos, empezando con el prior, de quien, personalmente, estoy harto.  ¿Centro de interpretación del franquismo, explicando cómo lo construyeron los presos del régimen?  Tal vez.  ¿Abrir las puertas, con los muertos ya fuera,  y dejar que la Naturaleza acabara poco a poco con la basílica, convirtiéndola en un montón de escombros?  Se han expresado en este sentido autorizadas voces.  Repito que no sé la respuesta.

– En los últimos tiempos parece como si España se encontrara en un estado pre-bélico. Hay enfrentamientos por el Independentismo, La Memoria Histórica, los partidos políticos, también peleados y sin llegar a ningún acuerdo, nos llevan a cuatro elecciones en cuatro años, por las calles se ven banderas republicanas, monárquicas, independentistas y hasta la del aguilucho. Ante ésta situación, ¿Cuál es su pronóstico para España a corto plazo?

A corto plazo lo veo algo complicado.  Pero casi siempre fue así.  Ya lo dijo Mariano José de Larra (¡muerto en 1837!):  España en una “nueva Penélope” siempre tejiendo y destejiendo, como la mujer de Ulises.  Aquí, por desgracia, la provisionalidad ha sido la norma.  Ahora que podía haber concordia, vemos la izquierda dividida, como siempre, una nueva derecha envalentonada y la crispación catalana.  Para mí la única solución es la República Federal.  Pero casi nadie habla de ella.  Una lástima.

– ¿No sería maravilloso que Vds. los historiadores e hispanistas de reconocido prestigio se pusieran de acuerdo en sus teorías sobre la Guerra Civil y publicaran un libro conjunto? Es una sugerencia.

No es mala idea aunque repito que no soy historiador. Entre los actuales historiadores españoles, que los hay estupendos, y los más destacados historiadores-hispanistas, se podría urdir un libro muy útil.  ¡Vamos a ver si algún editor se decide!