Por  JESÚS PARDO.    

Escritor y periodista.

 Se diría que precisamente ahora que las famosas “dos Españas” de antes parecían extintas sin posibilidad de regreso, los políticos están cada vez más empeñados en resucitarlas dentro de su reducido ámbito, quizás como curiosidad o recuerdo turístico.

La irracional, picoteante, y picajosa pelea entre las diferentes formaciones políticas, como si a los ojos de los unos fuese imposible encontrar el más mínimo acierto en los otros, está convirtiéndose en una minicopia de las dos Españas de nuestros padres dentro de una España única que ni quiere ni entiende ni necesita tan artificiales y ruines enfrentamientos. No acabará este gallinero en guerra civil, pero ya ha fomentado una clase política quasiparasitaria que empieza a costar muy cara al país, cuya gobernancia está convirtiéndose en una cucaña para unos pocos. Salta a la vista de quienes contemplen nuestro panorama político con ojos imparciales y veraces,  que la mayor parte de nuestros políticos actúa cada vez más a espaldas del electorado, cuyos verdaderos intereses parecen tenerles poco menos que sin cuidado, absortos como están solamente en desprestigiar al rival por el control del poder en lugar de concentrar su atención en introducir medidas que vayan a la yugular de las cuestiones más urgentes, aunque sean de poco lucimiento, o cuya solución parezca difícil o incluso peligrosa: la vivienda, la racionalización de la enseñanza, las pensiones, el paro, la desertización…. Y, sobre todo, la revisión definitiva de ideologías ya sin base, rencores ya sin filo y sueños y ambiciones ya sin futuro, y el carpetazo final a la vesánica, paupérrima voracidad de poder que induce a nuestros dirigentes a la barbaridad, moralmente ilegítima, de aliarse con partidículos separatistas, enemigos declarados de España, a cambio de unos pocos votos. Y un larguísimo etcétera.

Yo creo que, al paso que va, la separación entre gobernantes electos, pero no selectos, y gobernados asolados y desolados está llegando a ser tal que ya se acerca el momento en que podremos hacer independiente a toda nuestra ya casi autónoma y casi extraterrestre clase política española, entera y vera, a ver si nos deja en paz de una vez, y creamos otra. Y ojalá la nueva nos salga mejor.