POR   JULIA MESONERO

El pasado 13 de Diciembre, los madrileños tuvimos la ocasión de disfrutar en el Teatro del Barrio de la actuación del cantautor asturiano Jerónimo Granda.

Definir el estilo de Jerónimo no es tarea fácil porque estamos ante  un artista completísimo, poliédrico,  con una voz privilegiada que maneja a su antojo y a través de  la cual es capaz de llevarnos  por el siempre proceloso mundo de las emociones. Con una vastísima cultura musical que inició con apenas 16 años, lo mismo nos traslada a la infancia entonando una sentida nana,  “La añada”, que  hace un recorrido musical por el folklore de otros países,  o nos deja sin palabras cuando con su torrente de voz interpreta lo que yo llamo con todo cariño  “Asturianadas”.

Decía que definir a Jerónimo es difícil  porque cuando hace uso de otros aspectos de su talento,  el de  showman, filósofo y contador de historias, nos sumerge  en un mundo totalmente diferente.

Con un sentido del humor  cáustico, ingenioso  e irreverente con determinadas  Instituciones hasta hace poco intocables, no deja títere con cabeza en monólogos sólo aptos para personas “muy sanas” en el más amplio sentido de la expresión.

Es una lástima que viva tan apegado a “la Tierrina” y no se prodigue más por el resto de España. Cuando en Diciembre viajó a Madrid para realizar una única actuación en el Teatro del Barrio (antigua y mítica Sala Triángulo),  se agotaron las entradas  el mismo día  de su puesta  a la venta  y los promotores no tuvieron  más remedio que pedirle realizara otra sesión a fin de complacer a tantísimas personas que no querían perderse su presencia en la Capital.

Se acerca el buen tiempo, a quienes en vacaciones tengan previsto viajar a ese Paraíso Natural que es Asturias, les recomiendo visiten la Web de Jerónimo Granda (http://www.jeronimogranda.es/p/jeronimo-granda.html) para ver  su calendario de actuaciones  en  éstas fechas  y no dejen pasar la oportunidad de disfrutar de la actuación de un artista,  por tan completo, poco común. Una experiencia que merece la pena.