Por JULIA MESONERO.    

Periodista.   

Entrevista al ganador del I Certamen de Microrrelatos Periodísticos José Luis Balbín.

En primer lugar, enhorabuena por el Premio. ¿Qué le impulsó a presentarse al Certamen? ¿Había concurrido a otros anteriormente?

¡Pues muchas gracias! Simplemente, me llegó la convocatoria y me pareció que el texto se adaptaba a las bases. No suelo participar en concursos habitualmente, aunque alguna vez lo había hecho. 

¿Cómo recibió la noticia de que había resultado ganador del Primer Certamen de Microrrelatos Periodísticos  José Luis Balbín?

Pues con mucha alegría, naturalmente. Y también con mucha sorpresa y cierto despiste porque el día a día es tan rápido que no tenía muy presente que había llegado la fecha del fallo del jurado. Es un honor, en todo caso, por lo que el nombre de José Luis Balbín significa para el periodismo, como por haber participado en una convocatoria con tantos participantes y, por los textos que he leído en la web, de un nivel técnico y literario realmente alto. 

Su microrrelato “¿Sabe? Yo vine acá por otro trabajo”, ¿es una narración imaginada o corresponde a una experiencia personal?

Totalmente realyo fui espectador de lo ocurrido, así que partiendo de eso, se trataba solo de observar, anotar y redactar lo visto y oído. El cuerpo de texto se limita a describir los hechos, mientras el título lo enmarca en un contexto que, por desgracia, es algo más que verosímil. Y siendo este un certamen de microrrelatos periodísticos, parecía apropiado para combinar tanto el relato directo de los hechos como algunos recursos literarios que, en otras circunstancias, no sueles permitirte. 

En la historia que cuenta están reflejadas algunas de las lacras de nuestra sociedad de “Progreso”; la inmigración, la explotación del más débil, el machismo, la trata…. El título lo dice todo. ¿Qué pensaba mientras observaba la situación que describe?

La verdad, me parecía estar contemplando una situación tan llamativa como indignante, entre lo grotesco y lo conmovedor. La intención era que el lector pudiera percibir esa mezcla de sorpresa, incredulidad, empatía y estupor que yo mismo sentía. 

El relato está narrado con maestría, se nota que además de periodista es un gran observador. “Ser testigo de lo que ocurre y contarlo” es uno de los pilares del periodismo, ¿cree que la profesión se implica lo suficiente en la denuncia de ésta moderna forma de esclavitud?

Debería, y en muchas ocasiones, de hecho, lo hace. Lo que ocurre con ciertas injusticias es que no deberían denunciarse solo a conveniencia de parte, dictando opinión o dando informaciones sesgadas según el pagador, ideólogo o mandatario de turno, sino dando más datos para la reflexión y la actuación. Pero por desgracia, y no solo en este asunto, tanto las prisas y la velocidad atroz que marca el ritmo informativo actual como esa lacra que es la tendenciosidad y el panfletismo burdo, no siempre permiten encontrar un relato de la actualidad lo bastante sereno que tenga en cuenta por igual tanto el intelecto como los sentimientos del lector o el espectador. Apelar solamente a las emociones sin aportar datos contrastados ni razones para el debate es peligroso, genera por igual fanatismos y pasividades. El poder de los medios, no lo olvidemos, es mucho mayor de lo que a veces creemos, así que no es extraño que veamos en la calle ciertas actitudes y hechos que se ven. 

Su trayectoria como periodista está marcada por su independencia y avalada por un currículum en el que ha tocado todas las ramas de la comunicaciónprensa, radio, televisión, gabinetes de comunicación, información musical, literatura infantil... ¿Se ha encontrado muchas piedras en el camino?

Algunas, sí; pero no más que las que tenga que afrontar cualquier compañero de profesión. Estando como están las cosas, todos tenemos por delante un camino lleno de piedras con las que cargar y tropezar, y si no estás por la labor de plantar cara a las dificultades, mejor dedicarse a otra cosa. Por otra parte, sospecho que todos los tiempos tienen sus contras y sus oportunidades, más o menos marcadas según la ocasión. La cuestión es observar bien y estar atentos a lo que está pasando, para saber respectivamente cómo afrontarlas y cómo hacer uso de ellas, según sea el caso. 

Creo que está trabajando en un nuevo proyecto cultural ¿no?

Sí, pero no solamente cultural. También abarca otras áreas informativas y de divulgación, porque, en mi opinión, un medio de comunicación con intención de serlo no puede -o no debe- ceñirse estrictamente a una sola faceta, sino aportar elementos de información y debate que sirvan para estar en sintonía con la sociedad, para tender puentes entre todos. Pero de esto tendremos tiempo de hablar, seguro.

 

GANADOR
¿SABE? YO VINE ACÁ POR OTRO TRABAJO

Mediodía de verano. Bar de comidas. Cuenca Minera. Entra él por la puerta, voceando bravucón, siempre haciéndose notar. Hombre de cincuenta y muchos, estatura media, barriga emergente y coronilla que ralea. Viste polo planchado del saurio y pantalón de marca, en combinación imposible de colores, con los inevitables mocasines baratos-pero-cómodos. Y calcetín de un color lejanamente familiar, quizá porque ya ni se estila ni se fabrica. Tópico del prejubilado con prebendas sindicales saliendo al vermú.

Detrás de él, como todos estos días, ella. Pelo largo y negro, rasgos exóticos, tez de siena y ropa barata pero llamativa. Ella habla menos, más bajito, con acento latino. Él pide su comanda y toman asiento en la barra, bajo la televisión. Él alardea de hombría y presume de “conquista”.

Protesta airado por nimiedades y habla -a gritos- de cerveza, fútbol, política, coche, mujeres, billetes, noches. Copa de vino en mano, fanfarroneo permanente. Ella empieza a acariciarle cadenciosamente la espalda por debajo del polo, mecánicamente, sin reparos y también sin ganas: lujuria triste. A veces sonríe, pero mira alrededor con cautela, como temerosa.

Cuando él sale a fumar, ella aprovecha para beber de su copa y picar de su tapa. Ella no tiene consumición.