Por  JULIA MESONERO. Periodista.

  Hay personas que si no existieran, habría que inventarlas porque te reconcilian con la Humanidad. Tal es el caso de Paco Arango. Un hombre de eterna sonrisa que habiendo nacido con todo a favor, un día comenzó a percibir la necesidad vital de involucrarse y ayudar a quienes no eran  tan afortunados como él. Aconsejado por un amigo a quien hizo partícipe de ésta inquietud, decidió encaminar  sus pasos hacia en voluntariado, visitando un día por semana a niños enfermos de cáncer en el Hospital del Niño Jesús. Las visitas semanales pronto se convirtieron en diarias y  poco después en algo imprescindible en su vida. Su compromiso con éstos niños le llevó cuatro años después  a crear la Fundación Aladina. No podía haber elegido mejor nombre. Porque a través de Aladina, éste  embajador del  optimismo, la esperanza y la alegría lleva dieciséis años llenando de magia la vida de muchos niños enfermos de cáncer. Su filantropía trasciende nuestras fronteras, donando los beneficios de sus películas  a  la  investigación del cáncer infantil del País donde se proyecten.  Los momentos duros ante las pérdidas inevitables,  los supera con su fe en Dios, a quien dice haber visto llorando en alguna esquina de los hospitales.  Es lo que tiene ser un ángel.

¿Cómo ha afectado el confinamiento por el Covid-19 a las actividades de la Fundación y a tu  relación con los niños enfermos de cáncer?

   –Nos ha afectado muchísimo porque nos prohibieron la entrada presencial en los hospitales. Nuestra labor más efectiva que es estar con los niños nos la quitaron, de manera que tuvimos que reinventarnos totalmente. Nos hemos comunicado con ellos a través de videoconferencias de lo más atípicas.

¿A qué te refieres cuando dices  atípicas?

-Nosotros llevamos a perros a los hospitales. Las personas encargadas de éste tipo de terapias, incluso con caballos, se conectaban con los niños a través de video conferencias y de ésta manera, seguían con sus terapias. También hemos hecho mucho deporte Online y  atendido junto con el departamento de psicooncología a más de 500 pacientes de una forma personal, además de  acciones en colaboración con los padres de diferentes emergencias que han ido surgiendo.

¿Qué tal recibieron los niños ésta nueva manera de comunicarse? ¿Cómo se explica a unos niños hospitalizados por una terrible enfermedad, lo que está ocurriendo en el exterior?

-La mayoría de los niños ya tienen una cierta edad, yo creo que a partir de los cinco años ya entienden casi todo. Por otro lado, los niños con cáncer lamentablemente están acostumbrados a estar recluidos. Lo que nosotros hemos vivido como algo novedoso, para ellos no lo es. Esta nueva forma de interactuar fue superbién recibida por ellos. Se han divertido mucho y pedían más y más. Además siempre han estado acompañados de sus padres excepto cuando la cosa estuvo muy mal que sólo dejaban estar a uno de ellos.

¿Habéis tenido algún caso de Covid entre los niños?

Hemos tenido algún caso de contagio sin importancia en adolescentes. Entre los más pequeños no. En estos momentos hay una enfermedad que se llama Kawasaki que afecta a niños por debajo de los cinco años que se está investigando porque hay indicios de que pudiera tener relación con el Covid. Es una enfermedad muy dura de la que prefiero no hablar.

Aladina colabora estrechamente desde hace años con la Fundación de Paul Newman y sus campamentos para niños con cáncer. ¿Qué va a pasar éste año?

Los han cancelado. Ha sido muy duro, una tragedia, porque para un niño con cáncer y especialmente para los que ya han ido y los conocen,  aquello es pura magia. Los padres, a la vuelta nos dicen: “Nos habéis devuelto a nuestro hijo de antes del cáncer”.

Tu película “Lo que de verdad importa”  que está arrasando a nivel mundial  es todo un homenaje a Paul Newman y su ingente labor a favor de los niños con cáncer. ¿Cómo se te ocurrió la idea?

Cuando yo entré a formar parte del Consejo de la Fundación de Paul Newman había poca información sobre los campamentos. En mi primera reunión me quedé asombrado y me dije:  “¿Cómo es posible que tan poca gente sepa de éste milagro?. Tengo que hacer algo para ayudar”. Y la mejor forma que encontré fue escribiendo el guion de “Lo que de verdad importa”. Una película cien por cien benéfica. Los beneficios se destinan íntegramente a los niños enfermos de cáncer del país donde se exhiba. Se estrenó en 2017 en los cines de España,  ha pegado muy fuerte en más de dieciséis países y  hace dos semanas  ha sido número uno en Netflix en Estados Unidos. Un auténtico milagro que ha generado más de tres millones y medio de Euros.

No es el único milagro que se produce a través de sus películas.  El Centro Maktub es otro ejemplo.

Con los beneficios de la película “Maktub” que toma el nombre de un chico enfermo de cáncer con quien tuve una relación muy estrecha, se creó en el Hospital del Niño Jesús donde yo empecé hace veinte años como voluntario, una planta dedicada exclusivamente al trasplante de médula ósea. Las instalaciones, luminosidad, decoración etc, no recuerdan para nada a las habitaciones un hospital. Psicológicamente, éste ambiente  es muy saludable para los niños. Con los beneficios de “Los Rodríguez” mi tercera película también se están haciendo cosas interesantes.

Después de tantos años dedicándote en cuerpo y alma a los niños con cáncer, ¿Cuál es tu opinión sobre cómo van las investigaciones? ¿Se destinan suficientes recursos económicos? ¿A qué nivel se encuentra España?

En cuanto a la investigación, España se encuentra en un buen nivel. La gran tragedia es que en la medicina mundial, sólo un 10% se destina a los niños por lo que,  aunque ya menos, hay veces que se medica a los niños con medicamentos probados en adultos. Aun así, ha habido grandes avances en los últimos cinco-diez años a través de la genética. En España tenemos doctores como Antonio Pérez,  Jefe de Oncología de la Paz,  que están consiguiendo cosas maravillosas.

¿Hay motivos para ser optimista? ¿Algún día se podrá decir que hemos vencido al cáncer?

Estoy convencido de ello.  Nosotros no nos metemos mucho en investigación pero si colaboramos con ciertos proyectos puntuales. Uno de ellos se llama “Proyecto Gabi” que se está llevando a cabo en la Paz. Gabi era una niña con cáncer a quien quería como a una sobrina. Se la trató con una de las nuevas  terapias  de las que te  hablaba anteriormente y vivió cinco años más de lo que se había pronosticado. Nos dejó momentos inolvidables y nos dio una gran lección de vida. Hay gente en el mundo entero investigando día y noche. Vienen buenas noticias y  espero que se logre antes que después. Yo siempre digo que ojalá ésta enfermedad nos ponga pronto a todos en el paro. Esa sería la mejor de las noticias.

En estos años habrás pasado por situaciones dolorosas ante la pérdida de algún niño. ¿Cómo consigues protegerte de ésos momentos tan duros para seguir transmitiendo ésa desbordante energía positiva?

Esta pregunta tiene dos respuestas. La primera tiene que ver con Dios. Estás hablando con una persona muy creyente, lo soy a pesar de no haber tenido una educación religiosa porque mi padre era ateo. Yo en veinte años he visto cosas terribles; como para maldecir a Dios, pero también he visto muchísimos milagros y he visto pruebas inequívocas, y no digo la palabra con soltura, de que después hay algo, y lo he visto a través de los niños. Yo siempre digo que he visto a Dios llorando en las esquinas de los hospitales. Estoy convencido de que Dios no quiere esto. De manera que no me enfado, me decepciono y de inmediato me ocupo de lo que más me preocupa que son los padres. Aladina cuida a los padres en un duelo personal. Los sacamos para adelante y nos aseguramos de que siguen luchando por su vida. Los que se van, los echo de menos pero sé que están con Dios.

La segunda respuesta a tu pregunta es que yo me apoyo mucho en la gente de la Fundación, nos apoyamos los unos en los otros. Nos sanamos los unos a los otros. Yo me llevo la gloria pero a mi lado, hay gente maravillosa que está involucrada y trabajando tanto como yo. No nos podemos permitir el lujo de estar mal porque el siguiente niño se merece la misma atención del día que le conocimos. Estoy escribiendo un libro que se llama “Ocho segundos para llorar”. Hay que llorar, sí, pero después hay que seguir adelante porque hay un 80% de niños que se curan.

¿Cómo se explica a unos padres que acaban de perder a un hijo que Dios no quiere eso?

En mi película “Lo que de verdad importa” hay una escena donde el protagonista que no es creyente, entra en una Iglesia y le suelta veintisiete burradas a Dios y le dice: “¿Qué tipo de ser perverso eres que permites que una niña de catorce años enferme y se muera?”. Eso es lo que oigo yo gritar a los padres muchas veces a Dios. Siempre hay alguien que dice: “Te has pasado siete pueblos con Dios”. No, todo lo contrario, lo primero que tienes que hacer es enfadarte. Ya estás comunicándote con Él aunque sea con tacos. Ya vendrá la conversación.

¿Has tenido alguna vez la tentación de abandonar?

Anímicamente he tenido bajones muy serios, pero abandonar, no, nunca lo he pensado. Soy un ser afortunado. Tengo una butaca en primera fila del mayor espectáculo del amor.

¿En qué tienes puestas actualmente tus ilusiones y esperanzas?

Aparte de las actividades propias de la Fundación que me ocupan buena  parte del día,  -colaboramos con hospitales de toda España-, estoy terminando el libro que te comenté antes “Ocho segundos para llorar” y escribiendo el guion de mi cuarta película que se titulará “Ciento por ciento”; además, como soy compositor, sigo componiendo. Luego están mis aficiones, mis perros, la familia….

Los beneficios de tu  próxima  película “Ciento por ciento”  ¿También los  donarás  a los niños enfermos de cáncer y a la investigación?

Por supuesto. Como con las tres anteriores.