Por MARCELINO GUTIÉRREZ.

En pocas palabras.

Pravia ha despedido a José Luis Balbín con el afecto debido a un hijo predilecto nombrado por unanimidad, sin recibir la distinción «ni de los unos ni de los otros», como a él mismo le gustaba recordar. Así era. De todos sin deberse a nadie, lo que le valió tantos éxitos como disgustos que dignificaron su trayectoria en la misma medida. Siempre dio la impresión de sonreír por dentro más de lo que la perenne pipa le permitía a su gesto, un rasgo de inteligencia que muchos temieron más de lo que admiraron. Balbín fue ‘La Clave’, pero mucho más. Todo lo donó generosamente en vida. Poco más cabe añadir sobre su magisterio profesional de lo que se ha comentado tras su muerte, sobre su personal estilo como entrevistador o la profundidad de su periodismo. El Colegio de Periodistas de Asturias le reconoció como su primer miembro de honor, en un acto en el que Diego Carcedo, que tan bien le conoció, glosó su figura y le situó en el mismo plano histórico que Gutiérrez Mellado o el cardenal Tarancón. «Balbín fue el que más hizo para que la sociedad española aceptase las bondades de la democracia». Ese fue su verdadero legado porque su televisión no era de formatos, sino de ideas. Por eso pervive incluso aunque el valor de su programa sea olvidado en ocasiones donde menos debía.

José Luis Balbín encarnó una etapa en la que la sociedad española necesitaba hablar con libertad, pero también aprender a escuchar con respeto las opiniones de los adversarios políticos, un tiempo en el que España necesitaba pasar de los principios incuestionables a los artículos constitucionales y acallar el murmullo de los sables y la intolerancia. En un momento en el que la sociedad española tenía mucho que aprender sobre la convivencia, él se aplicó a enraizar los principios democráticos y de la independencia periodística con tanta firmeza que algunos se empeñaron en dedicarle un responso hace ya bastantes años. Lo que, por cierto, aunque a la mayor parte de los políticos se les olvide, resulta de lo más saludable para el periodismo. Bien lo sabía Balbín.

Agradecimientos al diario El Comercio, enlace directo al artículo.